Compatibilizar producción agroganadera y protección medioambiental es uno de los principales empeños de la Política Agraria Común. Año tras año, la Unión Europea va dando nuevos pasos que nos permiten avanzar hacia un modelo productivo cada vez más verde y respetuoso. Y cómo lo hace? Estableciendo un marco normativo que obliga e incentiva a nuestros agricultores y ganaderos: porque es responsabilidad de todos hacer las cosas cada vez mejor, y porque el sector primario no puede cargar sólo con el coste de ese esfuerzo.
Entre los escoesquemas propuestos para el próximo período de la PAC figura, por ejemplo, el establecimiento de franjas vegetales, islas o corredores que garanticen espacio a las especies autóctonas entre los cultivos; favoreciendo así la protección de la biodiversidad y, en especial, a las poblaciones de insectos y aves.
La apuesta medioambiental de la PAC convierte así a nuestros agricultores en agentes activos que, cada día, trabajan en la preservación de nuestros recursos naturales. Otro ejemplo: el mantenimiento de cubiertas vegetales en los cultivos no sólo favorece el crecimento de los mismos: contribuye a frenar la erosión. Un tema de vital importancia en numerosas áreas de nuestro país, en las que este es un problema acuciante.
Además, la disposición de los restos de la cosecha sobre la superficie del suelo y la implantación de cultivos cubierta aportan cobijo y alimentación a una variada fauna, que va desde seres microscópicos hasta comunidades de aves esteparias. Este hecho, no solo eleva la biodiversidad del ecosistema agrario, sino que también favorece la autorregulación del mismo, evitando la aparición de plagas y favoreciendo su sostenibilidad.